De bateristas y bajistas (una nota biográfica imaginaria)

De bateristas y bajistas: Notas biográficas (imaginarias) de Charles Robert Watts.

© Alejandro Abate. 2015

Bastaría decir que soy Charles Robert Watts y que hace más de cincuenta y dos años  toco la batería con los dinosaurios del rockandroll. Pero creo que eso no es suficiente. Si iniciara este apunte biográfico diciendo que mi nombre es Paul McCartney, creo que con eso alcanzaría para saber quién soy.

charlie-watts-laughing-corbis-640-80-jpgPero no soy Paul McCartney. Mi nombre no es tan popular como el de él, ni mucho menos. Soy sólo Charlie Watts, el baterista de los Rolling Stones.

Pues bien: lo que afirmé más arriba, lo de los cincuenta y dos años, es rotundo y literal. Ni una palabra más, ni una palabra menos: con cincuenta y dos años tocando y más de doscientas giras, debería agregar además, que ya estoy más que cansado de eso.

Aunque debo reconocer que cada vez que Keith telefonea a casa y tiene la suerte de que yo atienda, el corazón me empieza a latir en forma diferente: “Salimos de gira en dos semanas, viejo”, me dice Keith. En forma invariable, le corto el teléfono y entonces él vuelve a llamar a las carcajadas. Luego hablamos en serio.

Y a propósito de esto último, de las llamadas telefónicas y los avisos de reunión: muchas veces vuelvo a pensar en Bill Wyman, y también en Paul.

Antes, a Bill, para anunciar las giras o las reuniones, en vez de llamarlo Keith, lo hacía Mick  y más o menos era lo mismo: “Prepárate, flacucho, que ya estamos de gira” le decía. A lo que Bill se limitaba respondiéndole que estaba Ok, “¿Dónde empezamos esta vez?” preguntaba.

Fue así durante más de treinta años.

Hasta que un día, Bill dijo que no, que no quería ya más Stones. Que se había cansado. De esto ya pasaron más de veintidós años. ¡Mi Dios! ¡Cómo corre el tiempo!

Volvamos a 1993, cuando Bill dijo que lo había pensado muchas veces y que ya aquello no era su proyecto. Luego agregó en los periódicos y en su libro “Stone Alone”, que en realidad nunca había sido su proyecto. En esa oportunidad, Mick lo insultó y como Bill no le respondía, cortó el teléfono y marcó casi llorando el número de Keith en New York: “Bill se baja de la banda”, le dijo.

Fue un gran revuelo. Como todo el mundo sabe, los Rolling Stones llevábamos una treintena de años tocando, y si bien con la muerte de Brian Jones en 1969, las cosas empezaron a cambiar entre nosotros, en general siempre había sido así: Mick y Keith eran el motor, Bill y yo, éramos los soportes, y Mick Taylor y más tarde Ronald Wood, formaban la parte externa o extranjera de la “Mejor y más grande banda de Rock and Roll de todos los tiempos”. Pero cuando Bill Wyman dijo basta, en aquel verano de 1993 hubo un quiebre que de alguna forma aún seguimos sufriendo su grieta.

Bill, no es lo que se dice un virtuoso del bajo, así como yo no lo soy con los tambores. Pero su forma de tocar es sólida y fue una de las marcas registradas de los Stones. Lo mismo dicen Mick y Keith de mí en estos últimos años: ya viejos y reblandecidos, se les ha ocurrido decir también que yo soy el corazón de los Stones. Lo dicen hasta con cierto orgullo y con una “generosidad” que ni ellos se la creen. Sobre todo Keith, que lo remarca muchas veces cuando le preguntan en los reportajes por el “Alma de los Stones”. Él no se cansa de repetirlo: “Charlie Watts es el corazón de los Stones, es nuestra guía”.  ¡Puff, qué carga: yo no lo siento así!

Después de que Bill dijera basta, hubo una reunión de equipo. ¡Con lo que cuesta reunirnos en algún lugar donde podamos llegar a un acuerdo! Aviones, limusinas, caros hoteles, etcétera. Lo que no me gustó, es que para esa ocasión, el equipo estaba formado por Keith, Mick y yo. A Ronald Wood no lo participaron. Cuando yo dije que no me parecía bien esa actitud, los Glimmer Twins (1) insistieron  en que la banda histórica éramos nosotros cuatro, y que el cuarto había amenazado desistir. “Así que lo arreglamos entonces entre nosotros tres”, sentenció Mick Jagger.

Keith Richards hizo una de sus características bromas diciendo que podíamos poner un aviso en el Times: “La banda más longeva de la tierra, necesita bajista, bueno y barato”, escribió en una hoja en blanco de su destartalada agenda. A Mick el chiste no le hizo gracia. Yo sólo sonreí, esperando a ver cómo seguía aquello.

No avanzamos mucho esa vez.

Keith dijo que iba a hablar con alguien, que era muy bueno, pero que de barato no tenía nada. Pensé que lo que él tenía en mente, era ofrecerle el puesto a alguno de los bajistas que había probando para su banda solista: Los Winos. No fue así. También pensé que podía tener en mente a Jeff (2). Pero tampoco fue así, pues Jeff había abandonado el bajo hacía muchos años, y ya era como Eric (3) con la guitarra: ¡un Dios!

Cada uno volvió a su casa sin tener una idea clara de qué íbamos a hacer.

Influenciado por mi hartazgo, pensaba que no estaría nada mal terminar pidiéndole a Bill que recapacitara o  que volviera para hacer la “gran despedida”. Pero tampoco fue así.

A la otra semana Keith nos telefoneo a todos, incluyéndolo a Ronie, convocándonos para que nos reuniésemos una vez más en el sur de Francia, y anunciándonos que él llevaría al “nuevo bajista de los Stones”. Así lo expresó.

Como siempre sucede, nuestro encuentro estuvo lleno de periodistas, fans, familiares y amigos. Un gran desparramo de gente se armó en el estudio. Mick y yo, nos reunimos en uno de los salones a tomar unos tragos y Ronie llegó con su mujer y sus hijas. Preguntó por Keith y nosotros le hicimos un gesto, como diciéndole si no lo conocía. Podía atrasarse horas, y como ya había sucedido en otras oportunidades, también podía demorar su llegada hasta el otro día.

–Siéntate a tomar algo por ahí, y reúne paciencia –concluyó Jagger, –ya sabes cómo es Keith–agregó.

Entre copas y recuerdos, esperamos como cuatro horas y medias hasta que al final vimos por las puertas otro tumulto de gente que se abría paso. Era Keith que venía tomando del brazo al “bajista” que había conseguido. No era necesario verle la cara. Llevaba colgado del hombro su inconfundible Hofner para zurdos, sólo esto lo pintaba de cuerpo entero.

Así fue que en aquel día de febrero de 1994, los Stones nos pusimos a zapear con Paul McCartney tocando el bajo para nosotros. Inclusive en los masters de Voodoo Lounge (4), aunque Paul no figura en los créditos, tocó en cuatro pistas para ese álbum.

Luego de lo de Paul, contratamos un bajista de color (Darryl Jones). Este sí que es un virtuoso. Igual, aún me cuesta seguirlo.

Ahora han pasado veinte años más y aquí estamos, más viejos, cansados, pero seguimos en la ruta: “rodando”. Mick y Keith están preparando ya una gira por Sudamérica.

Después de tantos años, a veces me pregunto: ¿qué habría pasado con nosotros si McCartney se hubiese unido a nuestro lado?

Notas:

(1)          Glimmer Twins. Seudónimo que adoptaron Mick Jagger y Keith Richards para los créditos de la producción de los discos de la Rolling Stones Record, a partir de 1971.

 (2)         Jeff Beck.

(2)          Eric Clapton.

(4)          Voodoo Lounge. Álbum de los Rolling Stones publicado en julio de 1994.

 

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