Aparición

La primera vez que vio a su padre por la ventana tratando de abrir el portón, ella estaba en el dormitorio acomodando unas cajas de la reciente mudanza. Había decidido volver a habitar la casa de su padre luego de los dos períodos extensos de alquileres.

Su padre había fallecido a fines del siglo pasado. Hacía de eso ya más de veintidós años.

            Recordaba vagamente cuando hace más de veinte años había estado vaciando la casa y tirando cosas viejas e inservibles. El proceso sucesorio terminó en pocos meses y luego vinieron los infructuosos intentos de venta y a continuación  los alquileres de la casa.

Ahora había decidido volver a la casa que alguna vez fuese también la suya. Soltera y sin hijos, intentaba una vez más acomodar su vida.

            La segunda vez que vio por la ventana del living a su padre intentando abrir el portón para entrar el Sierra bordó, también estaba vaciando uno de los canastos de la mudanza. El  jardín con el portón de entrada de autos daba al frente de la casa y desde las ventanas tanto del dormitorio como desde el living, se veía perfectamente la vereda y los movimientos de la calle.

Sabía que la aparición era sólo producto de sus sentimientos y fantasías, pero no podía dejar de observar con asombro la claridad de la imagen de su padre agachado sobre el portón, tratando de destrabar las fallebas.

Trató de alejar la idea y miró nuevamente hacia afuera viendo sólo el portón con los yuyos crecidos alrededor. Hacía mucho tiempo que no se abría ni entraba ningún auto por ahí. Siguió con su tarea.

Pasó el día acomodando ropa y objetos en los placares y alacenas. La casa olía a recién pintada y lucía impecable. La impronta de los recuerdos de infancia y juventud, por suerte estaban borrados. Pensó que en el fin de semana se dedicaría a limpiar el jardín del frente y con la bordeadora cortaría el pasto que crecía junto a la puerta de entrada y al portón.

Terminó la semana y terminaron los acomodamientos y elección de lugar para los muebles nuevos. Ya casi estaba instalada.

El viernes por la tarde, volvió del trabajo cansada pero igual se ocupó de prepararse algo para cenar. Terminó de poner el plato en la mesa del living y cuando levantó la vista hacia la ventana, otra vez vio que el Sierra con los faros encendidos se detenía frente al portón, y a su padre bajando del auto para abrirlo, como lo había hecho infinidad de veces hacía más de tres décadas atrás.

Enojada con la visión, dio vuelta a la mesa y abrió la puerta que daba al jardín con la intención de salir hacia afuera para enfrentar la situación, cuando escuchó que su teléfono móvil sonaba sobre la mesa. Soltó el picaporte de la puerta, regresó y cogiendo el celular, deslizó el pulgar sobre el signo de llamada entrante y atendió:

Hija, vení a ayudarme a abrir el portón que está trabado –oyó la voz de su padre del otro lado del teléfono.

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