Crecer

CRECER

Niño mirando por la ventana

A mí me habían dicho que a mi papá dios se lo había llevado para el cielo porque como le dolía mucho la cabeza, dios en el cielo lo podía curar. Mamá me lo había dicho. Me acuerdo que me sentó a upa y me dijo que como yo ya tenía seis años me tenía que portar muy bien porque papá desde el cielo siempre nos estaba mirando.

Hay veces que yo lo veo, pero no está en el cielo: abro alguna puerta y es como si estuviera escondido. Yo no sé bien quién es el señor dios pero la cosa es que miro para el cielo y yo a mi papá no lo veo por ningún lado. Ni colgado de una nube ni en los días que no hay ninguna y el cielo está todo celeste. También mamá me dijo que tengo que portarme bien y ayudarla con la nena y con Mauro porque son más chiquitos y yo soy el más grande.

Al abuelo Pancho, cuando vamos a jugar a la pelota a la terraza, ya no le pregunto más por mi papá porque parece que se pone enojado. Se le pone la frente arrugada y me dice enseguida que ya está haciendo frío y que bajemos para adentro. Pero sobre lo de mi papá y el cielo, no me contesta nada. Se hace el burro, como dice la abuela Teresa.

A veces, cuando con el tío Wily vamos a la plaza y me hamaca fuerte, tengo ganas de decirle algo pero me da cosa. Cuando él viene, mi mamá hace torta y también se queda a la noche a comer con nosotros.

El tío Wily es algo raro, pero siempre trae caramelos y yogures que yo me como solo sin hacer ningún chiquero.

Anoche vino el tío a comer. Cuando mamá se fue con la nena para hacerla dormir, los tres nos pusimos a ver dibujitos en la tele y Mauro se quedó dormido en el sillón. Entonces yo aproveché para preguntarle a mi tío si él veía a mi papá en el cielo o en algún otro lado.

Al tío se le puso la voz medio ronca y sentándome también en las rodillas, me dijo que eso del cielo era una forma de decir. Como yo no le entendí bien, él me dijo que como ya era un nene más grande, me podía decir la verdad.

Me contó que mi papá había tenido un accidente cuando cruzaba la calle sin mirar y que como tenía muchos chichones se había quedado dormido para siempre. ¿Se murió no? le dije yo. Entonces me bajé de sus rodillas y me puse a cambiar los canales con el control remoto. Después él me dijo que yo a mi papá lo iba a ver y tener siempre en mi corazón y en mi memoria. Pero yo ya no quise entender porque estaban dando a Coraje, el perro cobarde y era mejor no seguir hablando y nos quedamos mirando la tele hasta que vino mamá.

Igual hoy lo vi otra vez. Yo estaba dibujando en la cocina y cuando miré por la ventana que da al patio lo vi de nuevo. Tenía puesta la gorra que usaba los domingos en la casa de Quilmes y con una manguera regaba las plantas y el limonero.

Después entró mamá y me preguntó qué estaba haciendo y yo le dije nada. Y cuando miré para afuera, no lo vi más. Sólo vi las plantas de la tapia y unos pájaritos que a lo lejos cruzaban el cielo haciendo pío pío.

A  S.B.A. (sabe por qué)

© Alejandro Abate

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